21K Mi Carrera

La alegría de volver a vivir una carrera

 (25 de febrero de 2021). /// Por Maximiliano Molina.

Todo comenzó en la primera quincena de enero. La noticia que se haría una Media Maratón tan cerca de San Luis fue una alegría… pero mesurada. Si algo nos enseñó esta pandemia es que todo puede cambiar día a día. Por eso, primó la cautela. La fecha se acercó, el entrenamiento apuntó a la competencia, vino la reserva de hotel, y finalmente el regreso a una carrera masiva era una realidad. La distancia que más me gusta, la que más disfruto: iba por la sexta “Media Maratón”, y en el centro de la bonita ciudad de Mendoza.

El sábado por la tarde, en la Nave Cultural, fue un trámite rapidísimo acreditarse y retirar el kit.  En el lugar comenzaban a vislumbrarse los primeros indicios de esta nueva normalidad en una competencia: alcohol en gel, barbijo, distanciamiento social. Y claro, las fotos de rigor con el número de competencia y la remera.

Los banners, la remera, el dorsal, el arco de largada-llegada y la medalla tenían la inscripción 2020. Es que el año pasado esta carrera fue cancelada unos días antes de su realización, por lo que fue una edición 2020 que se corrió en 2021.

La previa

Domingo por la mañana, la temperatura ideal. Taxi rumbo al Parque Central, epicentro de la carrera. Cuarenta y cinco minutos antes del inicio, ya listo en el lugar. Aparecen los primeros saludos con cuatro corredores de Big Runners, entre ellos el triatleta Martín Olivera. Más allá la “Legión” villamercedina del Sebastián Balmaceda Running Team; y Mirita Aldeco –mamá de Seba-, fotografiando a los integrantes del grupo, que hacían la entrada en calor.

Se abre el corral de largada de 21K. Primero el control de temperatura, luego alcohol en gel, y a ubicarse en corrales de unos doscientos atletas aproximadamente cada uno. La gran mayoría respeta la distancia entre uno y otro; siempre con el barbijo puesto. Claro, siempre hay excepciones que lo notan cuando el locutor repite una y otra vez las recomendaciones.

La ansiedad se apodera de todos. Aún restan minutos para las 8 y la emoción crece con el Himno Nacional Argentino. El corazón late más fuerte. Vuelven esas sensaciones difíciles de explicar cuando falta poco para empezar una carrera. Después de más de un año, que pareció mucho más. “¡Cómo extrañaba esto!”, se escuchó. Todos rieron y compartieron la exclamación.

La carrera

Cuenta regresiva, salen los élite, pasó un instante y arranca el primer grupo de aficionados; y así las calles y avenidas mendocinas empezaron a vibrar con el paso de los competidores.

Primer desafío: controlar el ritmo de los kilómetros iniciales, que pueden ser traicioneros si no se transitan como corresponde. Pasando el kilómetro 2, cuatro “Linces” iban rumbo a la largada de la prueba 10K, y Mario Rosales saluda y pega un grito de aliento.

El ritmo deseado va bien y las sensaciones son buenas. Entramos a la avenida San Martín con su adoquinado. Poco antes del 5K, en una esquina, Diego Barroso que acompañó a los corredores de la Agrupación Mercurio, grita fuerte ante el paso de cada atleta de San Luis. Y esa motivación se siente.

Llega la subida más demandante del recorrido: Colón con un circo callejero, y su continuación: la famosa Arístides con un saxofonista, que hicieron más llevadero el esfuerzo del ascenso. A pocas cuadras del final de esa avenida, el encuentro con Francisco Balmaceda, padre de Sebastián, que lleva buen ritmo. “Brava la subida”, dice y no afloja. Viene la  Boulogne Sur Mer y se disfruta, sobre todo al pasar frente a los portones del Parque Parque San Martín.

Arranca la segunda mitad y también la hora de la verdad. Los puestos de hidratación, en el lugar indicado cada 5K son un oasis necesario para continuar. El reloj viene parejito y eso tranquiliza. Los kilómetros pasan, el falso llano consume energías, la meta se acerca, el 16 y 17 en subida se sienten en las piernas justo a la altura de la Casa de Gobierno.

Avanzamos. Llega el paso por la Plaza Independencia en el 19K. Un locutor alienta a los corredores y la música despierta a todo el centro mendocino. Y si…tarareas las canciones, cantás, como para que no se siente tanto el cansancio a esa altura. Otra vez aparece Dieguito Barroso en el 20K y da fuerzas con su grito: “Dale que no queda nada”.

Ya se siente el sonido de la meta, la música, el animador. Pasa el joven Jeremías Viñolo de Big Runners. Saluda. “Ya estamos” nos decimos mutuamente. Su paso es más veloz. Disfruto los metros finales, llego firme, los brazos a un lado como haciendo el avioncito al entrar en la alfombra roja final, la sonrisa indisimulable. El objetivo está cumplido, correr debajo de la 1h42m: el reloj marca 1h39m24s. Miro la medalla finisher. Ese metal significa muchas horas, esfuerzo, sacrificio. Cuelga de nuevo en el pecho por unos minutos, después de mucho tiempo.

De la satisfacción por volver a correr una prueba presencial, empecé a caminar rumbo al hotel. Solo, pensando, recordando los momentos vividos, analizando cada kilómetro. Fueron como unas 25 cuadras y no se notaron; y la razón es simple: estaba feliz de volver a vivir una carrera.

Foto principal: Prensa Ciudad de Mendoza.

*Si querés ver cómo les fue a todos los sanluiseños que participaron en la Media Maratón de Mendoza, con tiempos y clasificaciones, hacé click acá!!

*Si querés leer la nota con Sebastián Balmaceda, que terminó 5to en la general 21K, hacé click acá!!

*Si querés leer la nota con Luisa Páez, que logró su mejor marca personal y ganó en 10K, hacé click acá!!

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