Mi Carrera

Los sueños están para cumplirlos

Por Jésica Gri Toselli. /// (Foto principal: Omar Arrieta).

Todo empezó en marzo cuando me contactó una compañera de la vida, Cynthia Koffler -hoy también corredora-, para comentarme que se iba a llevar a cabo una fecha del campeonato “La Pampa Corre 2022” en Embajador Martini. Inmediatamente sin preguntar más, le dije: PRESENTE allí estaré; mientras que por dentro me corrió una emoción enorme. Era histórico para el pueblo, porque en sus 112 de vida, tendría por primera vez una carrera atlética.

Luego llegaron los detalles: día, hora, circuito, distancias, etc.; y así fue cómo le iba transmitiendo a mis padres que ese día los iba a visitar pero no sólo eso, sino que iba a cumplir un sueño, el de correr por las calles del pueblo donde crecí y conozco como ningún otro lugar en el mundo.

Desde el minuto cero mis viejos entendieron lo que eso significaba para mí, ya que siempre que voy de visitas salgo a entrenar y les cuento de qué se trata éste deporte, lo que me genera. Además de que ven cómo me transformo cuando hablo del running.

Inmediatamente mi padre empieza a preguntarme si viajaba alguien más de San Luis al pueblo para ver cómo íbamos a hospedarlos. Contactó a la encargada de uno de los dos hoteles que hay en Embajador y le comentó que quizás iba a tener que recibir a atletas y que prepare los desayunos más potentes y aptos para competir. Un personaje mi padre. Mis abuelos, hermanos, padres y tíos estaban todos emocionados, igual que yo. Ansiosos por que llegue la fecha.

Hablé con mis entrenadores Nicolás Duarte y Cristian Standler de que ese era MI GRAN OBJETIVO 2022, unos 10K furiosos teniendo en cuenta que es un terreno llano. Comencé la preparación específica tras correr “A Pampa Traviesa” el 10 de abril. Muy enfocada en ese objetivo entrené duro sin importar si hacía frío, era de noche o estaba cansada. Algunos días con muchas ganas y otros con no tantas, pero convencida de lo que quería encaraba cada entreno dando lo mejor.

Llegó la semana previa y la ansiedad empezó a aumentar. Las sensaciones eran las mejores por lo que sólo pensaba en controlar las emociones y hacer la carrera planificada. Viajé viernes a la noche para mi pueblo y allá me esperaba toda la familia para pasar un ‘finde’ especial. El sábado fue día de visitas y descanso pleno pero salí a reconocer el circuito en bici dando una vuelta muy tranqui. Esta vez no hubo ni picadas de fiambre artesanal ni tampoco los asados tradicionales pampeanos, sólo lo permitido pre competencia.

El día de la carrera me desperté 8am. El clima estaba ideal. Desayuné, me preparé y fui caminando desde mi casa hasta el salón de eventos de la Municipalidad del pueblo. En el camino empecé a sentir las emociones porque me crucé a mi tío y primo que estaban cortando las calles para lo que iba a ser el circuito -nunca antes visto- y me saludaron deseándome lo mejor.

Llegué al lugar en donde entregaron los kits una hora antes de la largada; y como en el pueblo nos conocemos todos, empecé a saludar a los bomberos, al intendente, concejales, que desde temprano estaban palpitando la previa. También a Edelmo Beraudo, padre de mi amiga de la vida, que me buscaba para desearme lo mejor. Sumado a eso, en la entrega del kit me dieron una remera especial del pueblo, que desde la organización entregaron a los atletas locales. Todo perfecto, tal cual lo había soñado.

Miré alrededor, y el encargado de la música y sonido que le dio color a la mañana era un compañero de la infancia con el cuál fuimos al colegio juntos; al igual que otra amiga, encargada de entregar las frutas. Aprovechamos y charlamos un rato.

Junto a Lucas Santillán, nativo de Embajador que también vive en San Luis, y su hija empezamos a hacer la entrada en calor. En el medio, el dueño de una radio local y fotógrafo, Omar Arrieta, nos entrevistó y agradeció que hayamos viajado para participar.

El reloj marcó las 11:03; y los 10K con unos 180 corredores en línea de largada está por comenzar.  Solo me repetía que debía darlo todo. El corazón, antes de largar, latía a mil por hora pero no por correr sino de la emoción. Me dije: ‘contrólate y corre como cualquier otra carrera’. Por suerte lo pude hacer, si bien tenía un ritmo objetivo, traté de no mirar tanto el reloj, sólo en el primer km para acomodarme y ahí mantener.

Ya en carrera, en cada cuadra del pueblo sentía mi nombre. Todo el pueblo estaba en las calles dando aliento y hasta algunos hasta se sorprendieron al verme correr ahí. Eso me dio mucha fuerza para dar cada vez más.

En el 3,5K hubo un momento inolvidable. Pasé por enfrente de la casa de mis abuelos y ahí estaban ellos dos. Emocionados me gritaron muy fuerte desde la vereda y me sacaron fotos. Fue hermoso ese instante y me lo guardaré para siempre conmigo.

Durante toda la carrera me sentí muy bien. Sabía que el nivel de atletas en La Pampa es muy bueno por lo que mis expectativas de podio nunca estuvieron, pero al ver que iba segunda en la general, me dio mucha satisfacción. Todo el sacrificio de entrenar tarde, sola, estaba dando sus frutos y nada mejor que en mi tierra natal.

En ningún momento aflojé y seguí firme hasta la línea de llegada. Estaba la cinta, los fotógrafos y más allá, vi a mis hermanos, Alejo y Saúl, ansiosos por darme ese abrazo de finisher, que fue lo único que visualicé. Y fui a su encuentro. Inmediatamente se sumaron mis viejos y abuelos. Fue imposible contener las lágrimas de emoción. Vuelvo a repetirlo, fue mejor de lo soñado.

Pero no terminó ahí. Luego de tanto cariño de mi familia y de la gente del pueblo, miré el reloj y marcaba mi mejor tiempo personal en 10K. Mi felicidad fue plena. Pensé en mis entrenadores, que me motivan siempre, en mis amigas de la vida, en mi novio Seba que siempre está al pie del cañón junto a mi familia; y en mis compañeros del team que mandan muy buena onda.

Llegó la premiación y los aplausos. Los atletas locales recibimos presentes, luego fue el momento de la general. Mi primo Matias Hecker me entregó el trofeo, ya que él se encontraba colaborando con la organización. Fue una sorpresa hermosa.

La fiesta se cerró con choripanes y mucha música, acompañados por un sol que para mí brillaba como nunca. En casa, para coronar el domingo, mi viejo nos esperaba con un asadito.

Me volví feliz a San Luis. Cargada de energía con nuevos objetivos para seguir trabajando. Y con una certeza: los sueños están para cumplirlos, y así fue el último domingo 5 de junio, cuando corrí por las calles de Embajador Martini, mi pueblo natal.

Print Friendly, PDF & Email