Mi Carrera Trail Run

15K en la UTMB: “Todo valió la pena”

Por Evelyn Levrand // (15 de septiembre de 2022).

Empecé a correr en  febrero de 2020 y nunca había competido, solo entrenaba. A finales de ese año -año de la pandemia- decidimos agrandar la familia. Yo seguí corriendo hasta marzo de 2021, que me enteré que estaba embarazada.

En febrero de este año, ya con mi bebé recién nacido, Horacio –mi pareja, que estaba preparando los 170K de UTMB- me cuenta que habían abierto una edición que se llamaba ETC de 15K para acompañantes.  Yo lo máximo que había corrido eran 10K así que fue  todo un desafío,  pero también sentí que era una oportunidad que no podía dejar pasar. Elegí al profesor Marcos Espinosa para entrenar y el objetivo fue llegar antes de las 4hs. Fue muy duro el entrenamiento porque no duermo de corrido por el bebé pero fue una hermosa motivación entrenar cada día a pesar del cansancio.

Llegó el día de la carrera (martes 23/8) y hubo varias complicaciones. Mas allá del viaje y jet lag, nosotros estábamos alojados en Chamonix, epicentro de la carrera en Francia, y la ETC era en Courmayeur, Italia. Eran 45 minutos en buses que llevaban a corredores y acompañantes. Yo salí en uno, y Horacio y el bebé en otro que iba atrás. A unos 5K de llegar había un embotellamiento para ingresar al túnel que atraviesa Mont Blanc y comunica Francia con Italia. Ahí estuvimos una hora y media esperando cruzar. Empecé a desesperarme por el bebé. Tenía que amamantarlo y faltaban 30’ para el horario de largada. Llegué 15’ antes y me quedé esperando el bus que los traía a ellos mientras todos salieron corriendo a la largada. Llegó a los 5’ y había que caminar 2K para llegar al arco de largada. Vi que el bebé venia dormido con su papá y eso me dejo tranquila. De todas maneras, me senté en un escalón afuera de los cajones de largada a darle la teta.

Cuando empezó la cuenta regresiva, si bien entré corriendo al cajón, quede atrás. Eso me perjudicó para hacer un buen ritmo los primeros 6K que era la subida con mayor desnivel. El sendero era muy angosto  y entraba una sola persona y no podía pasar ya que era precipicio.  Así que me dije: ‘ya estoy aca, voy a disfrutar. Cuando encuentre una ventana pasaré y si no puedo levanto la cabeza y miro el paisaje que es increíblemente hermoso’.

Así fueron las primeras 2 horas. Fue muy poco lo que pude correr hasta el primer puesto ya que era un circuito muy estrecho y empinado. Nada parecido de lo que tenemos en San Luis, como el Valle de Piedra o Cerro de la Cruz. La ventaja para mí fue el terreno muy blando y pocas piedras. Pasamos acarreos, un par de ríos muy hermosos y lo mejor al llegar a la parte más alta fue la vista del Mont Blanc.

Ya habían pasado casi 2 horas llegando 6K, recién ahí empecé a correr a mi ritmo, tratando de no quemarme porque me quedaba una subida más. Cuando me di cuenta, entre senderitos perfumados con olor a pino y vistas hermosas, ya me avisaban que quedaban 500mts para la meta.

Fue  hermoso como te alienta la gente. Te reciben con campanas, te aplauden y te piden que les choques las manos. Pero lo mejor fue llegar y encontrarme con mi familia. Ellos dos que tanto me bancaron. Sinceramente hubo días que me replanteaba para qué tanto esfuerzo pero al final siento que fue un lujo que pude darme. Ser madre te da fuerzas y una voluntad que no sabes que tenés. Y mi pareja siempre acompaña y es un motor para crecer.

Yo todavía no sé como hice, creo que fue pensando “un día a la vez” y si era un mal día, sabía que era solo ese día. Sí tengo la certeza que todo valió la pena.

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