42K Mi Carrera

El físico nunca ganó una maratón

Por Alejandro Magdaleno. 

Abrís la ventana y hay un sol abrazador, aún de madrugada. Te calzas las zapatillas y vas a la línea de partida con la certeza de que todo está en su lugar y vos estás ahí, también en el lugar que corresponde, para el que te preparaste durante buena parte del año.

Hay diez mil almas respirando emociones y vos solo pensás en que la cuenta regresiva llegue a cero, para partir con tu cronómetro. El tropel retumba en el cemento y la adrenalina fluye por el cuerpo en energía contenida.

El plan de carrera va perfecto para volver a correr los 42K debajo de las tres horas. Ritmo parejo de 4:25 para arribar a la media maratón al filo de 1 hora y 35 minutos, y luego apretar. En 2010 había pasado los 21K en 1 hora y 26 minutos, y en 2012 en 1 hora y 28’. Esta vez estaba pensado en llegar más sobrado aún y el cuerpo venía en sintonía con el reloj.

En el ambiente hay melodías, aliento de la gente que sale a las calles a alentar y voy sentís que vas pleno. Entonces levantas el ritmo para trabajar a 4’ 10”… pero el sol se corre y el cielo, abierto de par en par, se te nubla y el costo de respiración, impecable, no  coincide con el paso izquierdo.

Talón y rodilla… rodilla y talón… caprichosos por cierto, te recuerdan que venían siendo pasajeros incómodos de un viaje que igual decidiste emprender. Sentís que la carrera, TU carrera, terminó. El tiempo ideado se está cayendo, tu aire bien llevado y tu preparación entera no condicen con el paso izquierdo. Es que rodilla y talón, talón y rodilla, ya se bajaron en la parada 24K.

Con 18 estaciones por delante, el primer consejo traicionero es el abandono. Si hay un parte del cuerpo que dice y sentencia “basta”, la cabeza debe gobernar. Ya no voy a correr debajo de las tres horas, la estación 25K y 26K certifican que de repente la carrera se transformaría en un suplicio de 5 horas.

Rápido recurro al manual de “La Tropa” y me apunto en las Tres P: Paciencia, Perseverancia y un Plan. La Maratón es la vida misma. Muchas veces los imponderables te obligan a modificar.

¿Qué vas a hacer? ¿Abandonar? De ninguna manera… Paciencia, se sigue adelante, siempre y como en cualquier orden de la vida. Adelante y por más…Perseverancia. El nuevo objetivo estuvo en cerrar la competencia debajo de las cuatro horas.

¿Y el Plan? No hay excusas, no hay dolor. Hay que buscar un tibio paso que permita pisar firme con la derecha y en punta de pie, para que el talón se guarde, aún en desprotegiendo la rodilla, a quien se le habla para que entienda que el viaje aún es largo.

Me fui llenando de bronca que cambié a combustible de autosuficiencia física y me martiricé con el reloj. Menos de cuatro horas… menos de cuatro horas… la nueva marca es menos de cuatro horas para ganar la medalla de oro. Todo eso me iba diciendo.

Y fueron 3 horas, 57 minutos y 48 segundos. Me emocioné como no lo había hecho ni en 2010 ni en 2012, con aquellas 2 horas y 59 minutos regocijantes. Estas 3 horas, 57’ y 48”’, más que un registro en el cronómetro, fueron saber que en una Maratón, como en la Vida, hay que recapitular, resetear y seguir.

El domingo, en los 42K de la Maratón Internacional de Buenos Aires, gané mi primera maratón. Antes había conseguido marcas que guardo con enorme felicidad. Pero el domingo gané… gané con 3´57” 48”’.

¡Desde cuando el físico gobernó a la cabeza! Nunca.

Foto principal: Maratón de Buenos Aires.

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